ASIGNATURA:
Prácticas del Lenguaje
AÑO:
2015
CURSO: 3°
“ B” Año
NIVEL:
Educación Secundaria
PROFESOR/A: Nazarena
Martínez
§ Contenidos Primer Trimestre
Ámbito de la Literatura
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Ámbito de Estudio
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Ámbito de la Formación Ciudadana
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-La literatura: Historia
de Alí Ben Bekar, el bibliotecario de Bagdad, anónimo; El
libro de arena, de Jorge Luis Borges.
-La lengua y el
lenguaje: La isla, de Ricardo Piglia (fragmento).
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-La literatura:
primeros acercamientos a una caracterización. Intento de definición. Ficción
y función poética del lenguaje. Connotación. Canon literario.
-La lengua y el
lenguaje: lengua y habla. El signo lingüístico.
-El texto y sus
propiedades: coherencia, cohesión y adecuación.
Principios de
textualidad: la cohesión.
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-Dar
forma a la palabra, de Antonio Machado (fragmento). ¿Por
qué leer?, de Harold Bloom.
-Polémica
entre los científicos sobre si los simios son capaces de hablar, El
Mundo Periódico.
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Ámbito de la Literatura
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Ámbito de Estudio
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Ámbito de la Formación Ciudadana
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-El cuento
fantástico y el cuento extraño: El hombre muerto, de Leopoldo
Lugones; Médium, de Pío Baroja; Esquina peligrosa, de Marco
Denevi; Cuento fantástico argentino, Antología de Ed. Golú.
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-El cuento
fantástico y el cuento extraño: características, tópicos, trama.
-Variedades
lingüísticas.
-Uso de signos de
puntuación.
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-
Notas sobre el fantástico, de Joan Bassa y Ramón Freixas; El
sentimiento de lo fantástico, de Julio Cortázar.
-El informe.
-La reseña.
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§ Contenidos Segundo Trimestre
Ámbito de la Literatura
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Ámbito de Estudio
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Ámbito de la Formación Ciudadana
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-La novela: Otra
vuelta de tuerca, de Henry James. Aire negro, de Agustín
Fernández y La tercera puerta, de
Norma Huidobro.
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-La novela:
clasificación literaria, personajes y tramas. Orígenes, antecedentes y
evolución del género.
-Relaciones
semánticas: uso de pronombre y conectores.
-Uso de tildes.
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-Las redes
sociales.
-La carta del
lector.
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§ Contenidos Tercer Trimestre
Ámbito de la Literatura
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Ámbito de Estudio
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Ámbito de la Formación Ciudadana
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-La poesía
clásica: Romance del veneno de Moriana, anónimo; XXXVII, de José Martí; 41,
de Antonio Gala.
-Los romances: TERCER
ROMANCE en que Jimena pide de nuevo justicia al rey, anónimo; ROMANCE
TRECE Doña Urraca recuerda cuando el Cid se criaba con ella en su palacio en
Zamora, anónimo; Riña, de Vicente Aleixandre.
-Los sonetos: Soneto
amoroso, de Francisco de Quevedo; Soneto XXV, de Pablo
Neruda; Soneto, de Juan Gelman; Lejanía, de Alejandra Pizarnik.
-La poesía
feminista: Tú me quieres blanda y Pudiera ser, de Alfonsina Storni; En
perseguirme, mundo, ¿qué interesas?, de Sor Juana Inés de la Cruz; La
musa, de Delmira Agustini; Anillos de ceniza, de Alejandra
Pizarnik.
-Romeo y Julieta, de William
Shakespeare; Fatalidad de Romeo y
Julieta, de Marco Denevi; El túnel,
de Ernesto Sábato; El hombre que
quería recordar, de Andrea Ferrari; Rosaura
a las diez, de Marco Denevi; El
diario de Ana Frank.
|
-Los textos
poéticos: musicalidad, licencias poéticas.
-Los romances.
-Los sonetos.
-La poesía
feminista.
-La publicidad y
la persuasión.
-Funciones y
significados del lenguaje.
-El uso de la
metáfora.
-La coherencia
textual.
-Uso de
mayúsculas.
-Homófonos.
-Evaluación
integradora
|
-La poesía
tanguera: Ninguna, de Homero Manzi; Naranjo en flor, de
Homero Expósito.
-Estereotipo y
publicidad.
-La
palabra amenazada, de Ivonne Bordelois.
-El debate.
- Informes de
lectura y booktrailers.
|
§ Criterios de evaluación de la mesa
examinadora-Instancia Diciembre
El alumno deberá
concurrir al examen con todas las obras literarias leídas y las actividades de
este cuadernillo totalmente resueltas.
El examen constará de
10 puntos de resolución, conteniendo 3 consignas teóricas, 3 prácticas y 4 de
desarrollo crítico sobre las obras y géneros trabajados durante el trimestre desaprobado; y un tiempo
de realización de 2 hs. (120 minutos).
En caso de realizar
el 70% correctamente, el alumno está aprobado. Si el resultado se encuentra
entre el 40 y el 69%, se dará espacio a una instancia oral en la que el docente
realizará 5 preguntas que poseen un margen de error de 1/5.
Si el examen posee un
39% correcto, se considera desaprobado y el alumno deberá rendirlo en una
próxima instancia.
La corrección se hará
con el alumno presente para poder ir realizando la devolución del mismo
mientras se produce la revisión.
§ Criterios de evaluación de la mesa
examinadora-Instancia Febrero
Los criterios serán
los mismos que los enunciados anteriormente, con la salvedad de que en esta
instancia se evaluarán los contenidos de
todo el año, por lo cual el alumno deberá preparar la materia completa.
§ Actividades modelo por trimestre
Se solicita llevar
impreso el presente plan a la semana de orientación correspondiente para
resolverlo durante ese periodo. Allí podrán evacuar todas las dudas que se
presenten en referencia a los temas a evaluar.
PRIMER TRIMESTRE
La literatura
- Realiza una definición completa de Literatura explicando todas las concepciones posibles a tener en cuenta a la hora de definirla.
- ¿Qué diferencia al lenguaje cotidiano del lenguaje literario?
- ¿Qué es el canon literario y por qué puede decirse que es inestable?
- ¿Cuáles son las semejanzas y las diferencias entre la materia prima del escultor y la del escritor?
- ¿Cuál es la relación entre ficción y literatura?
6. ¿Qué
características de los textos literarios permiten diferenciarlos de otros
textos?
7. Expliquen
por qué la definición del diccionario no es útil para explicar qué es la
literatura.
8. Explique
por qué la noción de literatura cambia según el espacio y el momento.
9. ¿Cuál
es la finalidad de la clasificación en géneros de los textos literarios?
Explicar las diferencias entre los tres géneros literarios centrales.
10. ¿Cuál
es la finalidad de hacer un análisis literario? Expliquen las diferencias entre
el análisis trascendente y el inmanente.
Colocar
V (verdadero) o F (falso) según corresponda. Justificar las F (falsas).
1) El
canon potencial es un conjunto de
obras que por no haber sido descubiertas permanecen todavía en las sombras. [ ]
2) El alfabeto está compuesto
por una cantidad infinita de signos que combinados entre sí permiten escribir
todo lo necesario. [ ]
3) No
todos los productos realizados exclusivamente con palabras y que son bellos
forman parte de la literatura. [ ]
4) La
literatura es una forma muy
particular de diálogo entre dos personas: el protagonista y el antagonista. [ ]
5) El
lenguaje literario es plurisignificativo porque carece de la
capacidad de sugerir tantos significantes como acercamientos puedan hacerse al
texto. [ ]
6) La
característica más importante del canon
es su estabilidad, dado que el concepto de lo que es literatura resulta invariable. [
]
7) Según
la división clásica, los textos literarios se reúnen en cinco géneros: policial, cómico, realista,
maravilloso y ciencia ficción. [ ]
8) Musicalidad,
ritmo y presencia de la composición en verso son las marcas más importantes de
la poesía. [ ]
9) La
tendencia trascendente para analizar un texto consiste en tener en cuenta
sólo lo interno al texto, permanecer dentro de él. [ ]
10) La
función poética se caracteriza por
interesarse en el mensaje mismo, no sólo por lo que se dice sino por cómo se lo
dice. [
]
11) Ciertas
instituciones y características del discurso tienen peso decisivo a la hora de
decidir cuáles son las características y límites de la literatura. [ ]
12) El
canon es inmutable y no depende del
gusto, las modas y los factores ideológicos y culturales. [ ]
13) La
escritura jeroglífica o “escritura de
los dioses” está formada por tres tipos de signos: pictogramas, fonogramas y
determinativos. [ ]
14) Cada
lector y cada escritor usa la literatura
con los mismos fines y ninguno encuentra en ella una forma muy especial de
placer. [ ]
15) El
lenguaje literario posee entidad
lingüística propia dado que las relaciones entre significados y significantes son iguales de
las que las palabras tienen en el uso cotidiano. [ ]
16) Los
géneros literarios son formatos que
se le asignan al material discursivo durante su lectura y no implican una
actitud de lectura. [ ]
17) Las
características esenciales del género
narrativo son: la musicalidad, el ritmo y la presencia de la composición en
verso. [ ]
18) En
el género dramático la historia se
reconstruye a través de las palabras (diálogos) y la presencia (actuación) de
los personajes. [ ]
19) La
tendencia inmanente para analizar un
texto consiste en trabajar sobre las circunstancias en que la obra fue
compuesta y los datos biográficos del autor. [ ]
20) El
análisis literario propone un viaje
de reconocimiento tras el que tanto el lector como el texto se habrán
modificado. [ ]
Cohesión
y coherencia
- Subraya con color las repeticiones innecesarias presentes en este texto.
- Aplica en el siguiente texto los fenómenos de cohesión para que su comprensión sea óptima. Para ello debes realizar modificaciones que serán posibles gracias al uso de dichos fenómenos. Transcribe el texto terminado.
Hace unos 20.000 años la humanidad dio un gran
salto. El hombre descubrió los ciclos de las cosechas.
El hombre se dedicó a la agricultura y
abandonó, en parte, la pesca y la caza. El hombre no abandonó el lugar de
trabajo a la espera de la cosecha; entonces el hombre neolítico renunció a la
vida nómada y se transformó en sedentario.
Así es cómo aparecieron las
agrupaciones políticas, constituyéndose las primeras tribus en base a la
veneración al mismo objeto simbólico del grupo, el tótem.
Estas poblaciones elegían casi
siempre lugares elevados para asentarse. Estas poblaciones construían sus
chozas de madera, unidas a la costa por medio de puentes.
A estas grandes innovaciones se
suma el gran invento neolítico de la rueda, que hizo posible el desarrollo de
una serie de industrias.
El hombre aprendió a pulir la
piedra para darle formas artísticas y mayor utilidad. El hombre comenzó también
a trabajar el hueso y el marfil.
Además, el hombre se ingenió
para cocer la tierra: así nació la cerámica que le proveyó de vasos y
utensilios. También en esta época, el hombre aprendió a tejer la lana de los
animales y las fibras vegetales.
El hombre reconoció el respeto
a los restos humanos. El hombre adornó las tumbas con monumentales construcciones.
En el Neolítico el hombre
alcanzó un maravilloso desarrollo.
Leer y resolver todo lo trabajado en la carpeta sobre
esta unidad y las fotocopias correspondientes a este período.
SEGUNDO TRIMESTRE
El cuento fantástico y
el cuento extraño
1.
Leer todos los cuentos trabajados en esta
unidad y construir una reseña sobre cada uno de ellos.
2.
Elige un tema relacionado con alguno de los
cuentos leídos, por ejemplo el estudio de los seres extraterrestres, trabajado
en Los espías, de Manuel Mujica Láinez y escribir un informe sobre ello.
3.
Leer atentamente el siguiente cuento de Julio
Cortázar.
Axolotl
Julio Cortázar
Hubo un
tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del
Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad,
sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrecencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No erananimales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía más que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez más de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de un axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrecencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No erananimales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía más que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez más de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de un axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
4.
Consulta tu carpeta y responde a cuál de los
temas típicos del género fantástico o extraño corresponde Axolotl. Justifica tu
respuesta explicando qué le sucede al personaje; es decir, qué hecho rompe con
la lógica del mundo real.
5.
Subraya la opción correcta en cada caso.
Luego, justifica tu elección con un fragmento extraído del texto.
·
El cuento Axolotl está narrado en…
Primera
persona gramatical.
Tercera
persona gramatical.
·
El narrador es…
Un
narrador omnisciente.
El
protagonista.
6.
El protagonista pasa de la realidad cotidiana
a un mundo oscuro y misterioso, el del acuario. Señala en el texto expresiones
que describan ese mundo misterioso.
7.
Lee los siguientes minicuentos.
·
El último hombre sobre la Tierra estaba solo
en una habitación. Sonó una llamada a la puerta...
Frederic Brown, La llamada.
·
"Al caer la tarde, dos desconocidos se
encuentran en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero
escalofrío, uno de ellos dijo:
-Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
-Yo no -respondió el otro-. ¿Y usted?
-Yo sí -dijo el primero y desapareció."
-Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
-Yo no -respondió el otro-. ¿Y usted?
-Yo sí -dijo el primero y desapareció."
George Loring Frost, Un creyente.
8.
Explica por qué estos cuentos son
fantásticos.
9.
Elige uno de los cuentos y conviértelo en
realista. Escríbelo nuevamente.
Variedades
lingüísticas
1)
Determina los lectos y registros de la
siguiente situación comunicativa.
-Este chavito no aprende má… Siempre
metiendo el hocico en lío….-
Signos de puntuación
I. INDICA EL CAMBIO DE
SIGNIFICADO QUE PRESENTAN LOS SIGUIENTES CONTRASTES.
1. a. Espera un momento, mientras terminamos de comer.
b. Espera un momento; mientras, terminamos de comer.
2. a. Habló como estaba previsto.
b. Habló, como estaba previsto.
3. a. Lo dimos por supuesto.
b. Lo dimos, por supuesto.
4. a. Me asombra que hable con ese tono para empezar.
b. Me asombra que hable con ese tono, para empezar.
5. a. Debes llegar pronto a casa si no te quedas en el trabajo.
b. Debes llegar pronto a casa; si no te quedas en el trabajo.
6. a. El próximo lunes, día 26, pronunciaré una conferencia.
b. El próximo lunes día 26 pronunciaré una conferencia.
7. a. No sé cantar, bien lo sabes.
b. No sé cantar bien, lo sabes.
II. EN LAS SIGUIENTES
ORACIONES, COLOCA LAS COMAS, Y LOS
PUNTOS Y COMAS QUE TE PAREZCAN NECESARIOS.
1. Algunos dirigentes pensaban que había que actuar con rapidez la mayoría que
debían tomarse decisiones muy meditadas.
2. La juventud debe revolucionar gritar tantear la madurez señalar y criticar.
3. Unas personas prefieren veranear en el mar otras en la montaña.
4. A lo largo de este curso académico que ahora empieza pienso estudiar mucho
todo lo que me permitan mi limitada capacidad mental y el poco tiempo de que
dispongo por tanto es muy probable que apruebe.
5. Salieron los soldados a media noche y anduvieron nueve horas sin descansar
pero el fatal estado de los caminos malogró la empresa.
6. Llegaron temprano y estuvieron paseando antes de comer y mientras tanto yo
estaba esperándolos en la oficina.
7. El tribunal estuvo compuesto por Isabel Herrera catedrática de Relaciones
Internacionales Ernesto Suárez titular de Historia Moderna Juan Galindo titular
de Derecho Internacional y Elena
Barranco titular de
Macroeconomía.
8. Desayunamos café tostadas y zumo comimos verduras pollo y pastelillos cenamos
ensalada y merluza y acabamos la noche tomando café irlandés.
III. CORRIGE EL USO DE
LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN DE LAS SIGUIENTES ORACIONES.
JUSTIFICA LAS
MODIFICACIONES.
1. Miles de empleados de la ciudad acaban de perder sus trabajos, y mientras tanto,
ellos se gastan miles de millones en estatuas.
2. El que ha dicho eso, no está en su sano juicio.
3. Ella arrodillada y sujeta por los perros, pedía auxilio.
4. Nadie sabe, dónde se encuentra.
5. Es importante pasar unas buenas vacaciones, tanto como, realizar un buen
trabajo.
6. Es importante entiendo yo recuperar el valor de ser demócrata.
7. Faltan sin duda, liberales capaces de anteponer las ideas a los dividendos.
8. Ha llovido así es que no podremos ir a la playa.
IV. PUNTÚA EL SIGUIENTE
TEXTO.
Su manera de razonar es
tan simple como concluyente si es cierto que la historia se repite con permiso
de Francis Fukuyama podríamos pensar que estamos en el umbral de una era
parecida a la que alumbró la Segunda Guerra Mundial entonces el espectacular crecimiento
de las economías capitalistas recibió durante tres décadas el impulso de la
reconstrucción posbélica la veloz difusión de la tecnología y los movimientos
acomodantes del trabajo y el capital consecuencia y causa estos últimos del
rápido crecimiento de la productividad hoy el resplandor del renacido credo
liberal y la globalización son los depositarios de la ancestral aspiración a
desentrañar la madeja de los ciclos económicos y de los deseos de notar el olor
de la primavera económica que dijera Edward R. Dewey pero eterna y uniforme.
V. JUSTIFICA EL USO DE
LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN DEL SIGUIENTE TEXTO.
El palacio de Aranjuez,
mandado a levantar por Felipe II en 1557, constituye una pieza fundamental de
la Arquitectura áulica de los Austrias españoles, pese las vicisitudes que
sufrió en su construcción: las trazas iniciales de Luis y Gaspar de Vega fueron
desechadas, el proyecto definitivo fue encargado a Juan Bautista de Toledo y,
años después, modificado por Juan de Herrera; la obra –de una elegancia
indiscutible- fue concluida por Juan Gómez de Mora en 1636, pero con unas
proporciones menores a las previstas inicialmente. En los cuadros de M.A.
Houasse, que pintó los Reales Sitios para Felipe V, puede observarse el aspecto
del edificio antes de la ampliación ordenada por su hijo, Carlos III.
Leer y resolver todo lo trabajado en la carpeta sobre
esta unidad y las fotocopias correspondientes a este período.
TERCER TRIMESTRE
Poesía
1.
Leer y resolver todas las actividades de la
última unidad de fotocopias.
Evaluación
Integradora
1.
Leer cada una de las obras trabajadas en este
período y delinear un posible informe de lectura sobre alguna de ellas.
Leer y resolver todo lo trabajado en la carpeta sobre
esta unidad y las fotocopias correspondientes a este período.
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